Elecciones en EE.UU.:
¿la inmoralidad como tema fundamental?
Por Carlos Santa María
Elecciones presidenciales en EE.UU.
En las elecciones presidenciales estadounidenses se juega en gran parte el destino del planeta, por lo cual la selección del próximo mandatario es crucial y su proceso requiere un análisis muy serio.
Como se ha develado, Donald Trump ofrece un proyecto encaminado a desarrollar a EE.UU. desde su interior, concentrando los esfuerzos en la creación de empleo, limitación de inmigrantes, desarrollo de la empresa y negocios, evitando los conflictos militares, pues son un desangre presupuestario. Hillary Clinton ha planteado su compromiso con los sectores más poderosos del país, junto a los cuales realizará un nuevo despegue económico y político a través de la inversión y la guerra.
Sin embargo, los programas completos de ambos candidatos no son el eje central de la campaña, puesto que se ha convertido en un 'show' mediático donde se ha apelado a sentimientos y emociones, junto con denuncias, como fuente.
Al respecto, existen tres consideraciones que se deben analizar.
Una, los candidatos son rechazados por más de la mitad de la población estadounidense.
Y la razón fundamental es que no representan al estadista en tanto figura política que comprende y dirige una nación con seriedad, sino que se han convertido en personajes banales inmersos en una pelea de barrio donde los insultos y las recriminaciones están por encima de la discusión sopesada de proyectos sociales, económicos, espirituales y humanos, que son los que requiere entender una nación.
Dos, el tema moral ha reemplazado a la investigación para definir candidaturas.
Ante la falta de profundidad en el estudio de las propuestas a la primera magistratura se ha puesto en primer orden el comportamiento humano como criterio de selección, magnificando conductas que en otro momento serían propias de la vida cotidiana.
El hecho de que Trump se haya referido a mujeres que aceptan todo cuando se trata de famosos es verdadero, pues en el plano de artes como el cine, al igual que en el área empresarial o política, los favores sexuales o la coacción son parte integrante de dichos sectores: negarlo es parte de una cultura hipócrita. Sin ir más lejos, Bill Clinton representa exactamente lo que dijo el magnate aspirante.
No obstante, la opositora ha empleado este motivo como fuente de su ataque: todas las mujeres han sido señaladas como prostitutas potenciales, lo cual es una exacerbación absurda y desconoce el valor de la mujer como persona en su integridad real. De igual modo, los correos filtrados por WikiLeaks han demostrado que Hillary posee una conducta moral reprobable pues, además de burlarse de inmigrantes, latinos y personas de sectores bajos, posee una perspectiva clasista que aborrece a quienes no están en su círculo íntimo. Cohonestar la infidelidad puede ser más "amoral" que decir la verdad y, en esa dirección, el género femenino queda en entredicho.
Tres, el ciudadano elector estadounidense no posee una información confiable de lo que ocurre realmente en este proceso pues, decididamente, los Medios y Wall Street se han aliado con Clinton para detener a un candidato que dice lo que desea ya que no está atado a un sistema donde los favores se pagan luego de obtener la presidencia del país.
En este sentido, independientemente de la estatura ética, las posiciones que se enmarquen en el respeto a las soberanías y lo innecesario de fomentar conflictos bélicos en otros continentes es rechazado por las organizaciones para las cuales la guerra es la fuente de su riqueza.
En síntesis, la elección se ha configurado como un problema moral y no esencial donde parece más peligrosa la sexualidad lasciva por sobre las actividades criminales de intervención, genocidio y tortura.
Es arriesgado, aunque necesario, proponer una predicción que va más allá de la selección de Trump o Clinton. Así, este periodo de la nación norteamericana parece proveer las condiciones para una crisis interna que se puede traducir en secesiones regionales, incremento de la violencia social, aumento de la pobreza y la indigencia en salud, manejo cuestionado de los Medios, avance de la crítica política antisistema, fuerte represión y control gubernamental que, entre otros, pueden crear una situación de "desarmonía social funcional".
El pronóstico más serio va ligado a que la selección de una mandataria puede conducir a una espiral belicista de incalculables consecuencias, ya iniciado por un Premio Nobel de la guerra como lo ha sido Barack Obama quien, ante su incapacidad para enfrentarse y derrotar al terrorismo de Daesh y Al Qaeda, opta por la amenaza de la disuasión atómica. Pese a ello, su terror a bases militares alternativas en América Latina provee un grado de disuasión a la confrontación en mayor escala, aunque siempre existe la posibilidad de una bandera falsa a través de ataques nunca reconocidos o "por error".
Finalmente, utilizando la misma técnica empleada en España con el tema Venezuela, el hecho que Donald Trump realice un elogio de Vladimir Putin como estadista reconocido mundialmente, se ha manipulado aprovechando toda la propaganda anti rusa realizada por décadas en el cine, la televisión y la prensa belicista, apelando al inconsciente colectivo que no comprende que su principal enemigo es aquel que ha conducido a Estados Unidos a una contradicción interna muy fuerte y , posiblemente, a su debacle por una guerra nuclear producto de las ambiciones anti ciudadanas de Wall Street.
Todo indica que la Tercera Guerra Mundial ya está en curso. El planeta sabrá a qué atenerse muy pronto.