Louis
Cattiaux
Louis
Cattiaux
Louis-Ghislain Cattiaux (Valenciennes, 17 de agosto de 1904, - París, 16 de
julio de 1953) fue un pintor, alquimista y poeta francés que abandonó casi
completamente la práctica artística para dedicarse a escribir El Mensaje Reencontrado (Le
Message Retrouvé), un libro verdaderamente original que reencuentra y renueva
la tradición enseñada por los grandes sabios de todos los tiempos. El Mensaje
Reencontrado contiene un sentido: moral, filosófico y ascético, y también:
cosmológico, místico e iniciático (hermético).
Louis Catiaux nació el 17 de agosto de 1904 en Valenciennes. Creció sin sus
padres, siendo educado por su hermana mayor. En 1914, ambos hermanos son
evacuados a la región de París, y el pequeño Louis es internado en el
pensionado Hanley. En 1922 prepara su examen en las Arts
et Metiers de París. En 1928 Cattiaux viaja a Dahomey, empleado por una
empresa comercial, pero al cabo de algunos meses vuelve a la metrópoli donde se
consagrará cada vez más a la pintura. Empieza a frecuentar los medios
literarios y artísticos de la avant-garde parisina de la
época. En 1932 se casa con Henriette Péré. La pareja instala entonces una
galería de arte llamada Gravitations,
en honor al poeta Jules
Supervielle, situada en los bajos del número 3 de la calle Casimir-Perier,
que además será su propio hogar.
En 1934 aparece el llamado manifiesto del Transhylismo, suscrito por una serie
de artistas entre los que se encontraba Cattiaux, además de los Louis
de Gonzague Frick y el ya citado Jules Supervielle.
A partir de 1936, Cattiaux orienta su búsqueda cada vez más hacia la alquimia.
Y en 1938 escribe una parte del llamado Le Message Égaré (El Mensaje Perdido),
que más tarde se convertirá en Le Message Retrouvé (El Mensaje Reencontrado). En 1946,
los doce primeros capítulos de El mensaje reencontrado se publican en París por
cuenta del autor. Es entonces cuando empezó a escribir su ensayo Física y Metafísica de la Pintura.
En 1947 empieza a cartearse con Jean
Rousselot y con René Guénon.
Gracias a una crítica de este último sobre El Mensaje Reencontrado, publicada
en 1948, en la revista Les Études traditionnelles, Louis Cattiaux entra en
contacto con Emmanuel d’Hooghvorst, el autor de El
Hilo de Penélope. Este hecho marcará el inicio de una intensa relación
entre ambos y también con el hermano menor de Emmanuel, Charles d’Hooghvorst a
quien conocerá en mayo de 1949. En 1951 aparece un primer artículo escrito por
Emmanuel d’Hooghvorst sobre El
Mensaje Reencontrado, publicado en la revista suiza Les
Cahiers trimestriels Inconnues.
El 16 de julio de 1953, Louis Cattiaux deja este mundo, como consecuencia de
una fulminante enfermedad, y, un año después, sus Poèmes Alchimiques, Tristes,
Zen, d’Avant, de la Résonance, de la Connaissance son publicados por la
editorial Le Cercle du Livre. También en 1954, aparecen extractos de su ensayo
sobre la pintura Física y Metafísica de la pintura en la revista suiza Les
Cahiers trimestriels Inconnues (n º 9), y un artículo de Emmanuel d'Hooghvorst
titulado El Mensaje profètico de Louis Cattiaux.
En 1946,
Louis Cattiaux empezó a escribir el ensayo sobre la pintura. "Fisica y
Matafísica de la Pintura" El título elegido (Física ...) expresa con
claridad la esencia de esta obra, en la que se encuentran tanto capítulos
consagrados a los procedimientos de la pintura (8 primeros capítulos) como
otros (los 24 restantes) que tratan de la vocación del artista ( ... y
Metafísica de la pintura). Además, cada tema se desarrolla según esa doble
perspectiva, ya que, según él, el arte es como la unión entre la paciencia y la
fantasía, la imprudencia y el gusto, la improvisación y el orden, de lo
invisible con lo cotidiano, del espíritu con el peso del color. La confluencia,
poco habitual, entre la técnica dominada a la perfección y la inspiración más
elevada es lo que hace al verdadero artista.
El mensaje reencontrado o
el reloj de la noche y el día de Dios
En 1946, Louis Cattiaux se autoeditó los primeros 12 capítulos con un prefacio
de Lanza del Vasto. Después siguió escribiendo
nuevos capítulos (a los que denominó libros) hasta su muerte en 1953. En 1956
apareció la publicación completa en la editorial Denoël, con una presentación al lector de
Emmanuel y Charles d’Hooghvorst. El libro está escrito en forma de aforismos o
sentencias, dispuestos en dos columnas y, en algunas ocasiones, aparece uno
central. Consta de 40 capítulos, que fueron escritos durante más de 15 años, y
que recogen la experiencia espiritual del autor. Cada uno de estos libros está
precedido de dos epígrafes y termina con dos hipógrafes, o citas finales,
extraídos de las Escrituras santas de todas las naciones. Es la obra por antonomasia
de Cattiaux.
Los aforismos o versículos, como los denominaba Cattiaux, tratan distintos
temas, siendo cada uno independiente, pero a la vez forman un conjunto
homogéneo sobre las preguntas fundamentales del hombre. Su lenguaje es
singular, pues Cattiaux no desarrolla ningún tema sistemáticamente, sino que
sentencia. Por su particularidad es difícil ubicar El Mensaje Reencontrado dentro de
determinadas corrientes filosóficas o espirituales, aunque al autor se sentía
especialmente próximo a la tradición hermética occidental.
Ver Libro completo
A continuación, ofrecemos una selección de versículos, de El Mensaje Reencontrado
según una propuesta de Charles d’Hooghvorst:
Las santas Escrituras.- “Las santas Escrituras están completas desde su
comienzo, y cada nuevo libro revelado no hace más que confirmarlas sin añadir
ni suprimir nada al misterio del espíritu encarnado, que constituye su
fundamento sagrado.” (XX, 2)
“Ninguna palabra de una santa Escritura contradice de hecho la palabra de otra
santa Escritura. Así, Dios aparece múltiple en personas, pero, sin embargo, es
único en acto y en reposo, ya que es el Ser por excelencia, es decir, el
Primero y el Último en todo / Por lo tanto, debemos conocer todas las
Escrituras santas y estudiarlas hasta que hayamos descubierto la identidad
primera y última de la palabra inspirada. Pensar en Dios y meditar sobre su
creación es rezar y alabar a Dios.” (XV, 50-50’)
La ciencia de Dios.- “Ni los creyentes ni los ateos sospechan que
existe la ciencia de Dios oculta tras los símbolos, los escritos y las figuras
de las religiones reveladas. Los que creen en ella intentan apropiársela por la
astucia y la violencia. Algunos la piden a Dios en su corazón y apenas uno o
dos la obtienen en el siglo.” (XXIV, 33)
“Nuestra llana razón nos sustrae la evidencia de la ciencia divina.” (V, 50)
“La
verdadera posesión es la ciencia de Dios experimentada en el secreto del
corazón. La posesión ilusoria es la ciencia de los hombres practicada en el
mundo. / El ignorante hable de suprimir el mal, el sabio se limita a separarlo
y a rechazarlo a fin de glorificar el bien sin trabas.” (VIII, 18-18')
“Estudiemos los triples misterios antiguos.
Reverenciemos las doctrinas y las fábulas sagradas. Busquemos el bien que
subsiste en el mal. Meditemos sobre las obras de los profetas y de los santos
filósofos. Comprendamos que sólo hay un Dios, una sola ciencia y una sólo creación
en todas partes y siempre. / Toda humedad será expulsada de la tierra, y el
fuego consumirá la mugre inmunda hasta que la sal virginal aparezca, a la que
se devolverá el agua celeste, para formar el nuevo mundo de Dios.¿Quién nos
hará oír esta palabra del comienzo y del fin de los tiempos? ¿Quién nos
mostrará el germen desnudado de la creación perfecta del Señor?" (II,
83-83')
Fe.- “Nuestra fe no radica en una idea abstracta ni
en un ideal inasible ni en el gran número de fieles ni en las obras humanas ni
en los bienes de este mundo, ni en los honores religiosos o profanos ni en las
ciencias de los hombres ni en los poderes de los ascetas. / Nuestra fe radica
en la certeza de la naturaleza divina encarnada en la carne del mundo. Nuestra
fe se nutre de la esperanza de reencontrar esta naturaleza divina sepultada en
el pecado de muerte. Nuestra fe se anima por la efusión del Espíritu Santo que
fecunda la naturaleza divina y así nos rehace niños de Dios, a imagen de Dios
mismo.” (XXXVIII, 19-19’)
“Hay tres soluciones posibles para los hombres
aquí abajo: contar únicamente con uno mismo, como hacen los ignorantes
extraviados en la noche del mundo. Contar con uno mismo y con Dios, como hacen
los creyentes que han oído hablar de la luz del comienzo. Contar sólo con Dios
como hacen los Sabios y los Santos que conocen o se acercan al origen y al fin
de todas las cosas.” (XII, 72 a 77’)
La Búsqueda.- “La palabra de Dios primero humilla nuestra razón luego comunica secretamente
su luz al alma, antes de iluminar el espíritu, si estamos atentos y somos
perseverantes en nuestra búsqueda santa.” (XVIII, 67’).
“Algunos prosiguen en secreto la búsqueda de
Dios más allá de los símbolos y de las figuras, porque tienen sed de la
realidad que se ve, que se toca y que se come. ¿Quién podría reprenderlos y
quién osaría excluirlos de la Iglesia universal del Señor sapientísimo?.” (XXI,
55).
Plegaria.-
“La plegaria vivida un minuto vale más que la lección muerta rumiada durante toda
una vida.” (V, 26)
“La plegaria es como una conversación secreta entre el Dios creado y el Dios
increado, es decir, como el lazo de amor que une lo finito a lo infinito y que
permite a la totalidad conocerse en Uno.” (IX, 52)
“Hay una plegaria importante y urgente que debemos repetir todos los días de
nuestra vida exiliada: Libéranos, Padre Todopoderoso, de la mugre inmunda que
nos sumerge por todas partes, a fin de que resplandezcamos de nuevo en tu
pureza, y fecúndanos con tu santo amor, a fin de que seamos fijados en ti por
la eternidad.” (XX, 73’’)
Muerte.- “La extrema humillación de la
muerte es la entrada obligatoria al esplendor de la vida celeste, pues la
separación terrestre es el comienzo del cielo manifestado.” (II, 76’)
“Hemos hecho hincapié en la muerte que tiene al mundo entre sus garras ciegas,
pero también hemos puesto el dedo sobre la vida que se renueva constantemente a
través de ella. / Hemos hecho recordar la cerradura terrestre y la llave
celeste que abren la puerta que abre la estancia de la vida bienaventurada,
donde los hijos de Dios se regocijan de la alegría del único Esplendor por la
eternidad. / Así, hemos perdido deliberadamente nuestra vida en este mundo
mezclado, a fin de salvarla en el reino de Dios.” (XXXVII, 26-26’-26’’)
Bendición y amor.- “La palabra esencial y substancial transmitida por el
maestro es lo que nos hace herederos del Altísimo, a condición de que la
recibamos santamente con gratitud y no profanamente con malicia.” (XXIV, 13)
“No nos salvaremos por el trabajo de nuestras manos, por el trabajo de nuestra
voluntad ni por el de nuestra inteligencia. / La bendición de Dios y la
operación de su santo amor en nuestros corazones purificados son lo que
realizará la obra de liberación y de resurrección.” (XXXVI, 78-78’)
“El centro del Universo reposa en el corazón del hombre, pero para liberarlo
primero es necesario que el espíritu libre venga en auxilio del espíritu
prisionero de las tinieblas.” (IV, 36’)
“La bendición de Dios es lo que envía el agua de vida, y su amor es lo que
encarna el fuego santo. (IV, 37’)
“No hay reposo sin conocimiento. No hay conocimiento sin amor. No hay amor sin
la gracia. No hay gracia sin abandono” (XII, 32)
“El amor penetra, el amor anima, el amor exalta, el amor multiplica, el amor
unifica en el esplendor. / Por la pureza de la gracia es como imantamos el amor
divino y encarnamos a Dios en nosotros.” (XVIII, 66-66’)
El santo y el sabio.- “La vida del sabio sale de la muerte del santo
como la vida de la mariposa sale de la muerte de la oruga, que se vuelve
crisálida y, después, milagro de resurrección. Igualmente, nuestras vidas
volverán a salir del caos de la disolución tenebrosa, donde se renueva el
divino misterio de la creación de Dios. ¡Que los que saben reflexionar examinen
esta espejo oscuro!” (XXV, 27)
“Hay dos vías de
retorno a Dios: ya sea la disolución en la vida universal y libre, ya sea la
coagulación en ella. / La primera vía es enseñada por muchos y realizada por
algunos. La segunda vía es enseñada por algunos y realizada por muy pocos. / El
que la separa es ignorante. El que las une es sabio.” (XXVI, 13-13’-13’’)
La realización espiritual y la realización corporal.- “Algunos alcanzan aquí
abajo la iluminación espiritual del Señor de vida y les llamamos bienaventurados.
/ Pero ¿dónde están los que llegan al conocimiento corporal del único
Esplendor? Y ¿cómo les llamaremos? / Los más inteligentes y los más avanzados
en el estudio y en el conocimiento de los misterios de Dios sólo penetran la
realización espiritual. / Es el retorno al estado libre, movedizo e
incondicionado en Dios. Son los liberados de Dios. / Algunos de éstos obtienen
el conocimiento de la ciencia divina y superan la realización espiritual para
penetrar la realización substancial. / Es el acceso al estado libre, fijo y
manifestado en Dios. Son los resucitados de Dios." (XXXII, 32 a 44’)
“Los más instruidos de entre los estudiantes de las santas
y sabias Escrituras interpretan los misterios divinos como los símbolos de la
renovación espiritual del hombre extraviado en este mundo. / ¿Cuántos entre
ellos comprenden que estos santos Misterios describen también la regeneración
corporal del hombre crucificado aquí abajo?.” (XXXVI, 13-13’)
Luz.- “La luz del sol, de la luna y de las
estrellas fecunda perpetuamente el agua del cielo que lleva la simiente hasta
las profundidades de la tierra, de donde surge la vida de los seres y de las
cosas.” (IV, 19’)
“¿Qué hay más ligero
que la luz del sol? Sin embargo, ella es quien da peso a todas las cosas del
mundo.” (X, 3’)
Naturaleza.-
“La
naturaleza está profundamente sepultada en la tierra y altamente situada en el
cielo, pero existe un lugar particular donde está más oculta y más evidente que
en parte alguna. / Hay aquí una gran perdición para los astutos, pero también
una gran recompensa para los corazones sencillos y desapegados.” (VIII,
47’-48’)
“Nuestra vida está
eternamente preñada de Dios. ¿Quién le hará aparecer antes del término de la
muerte y de la resurrección del gran mundo? La naturaleza liberará la
naturaleza y el niño misterioso nacerá de la única Madre.” (IV, 96’)
“El más grande entre los hombres es quien puede concordar
la enseñanza de la naturaleza con la de los libros santos para hacer una sola
cosa.” (III, 101
El Nombre de Dios.- “El santo Nombre de
Dios es una realidad viva y palpable que lo puede todo. Es un misterio que muy
pocos han conocido o conocerán.” (XVIII, 65’)
“El Padre-Dios es el Nombre de Dios inexpresado en el
secreto del Agua-Dios. Dios está oculto en su Nombre. El Agua-Dios es el Nombre
de Diosque desciende y sube en sí mismo. Y su Nombre es la vida. El
Espíritu-Dios es el Nombre de Dios que se mueve en todos los sentidos sobre el
Agua-Dios. Y su Nombre está vivo. El Cuerpo-Dios es el Nombre de Dios que se
manifiesta y se fija en el Agua-Dios. Y su Nombre se nutre de la vida. Así,
Dios es aquél que ES, por lo que ES, en lo que ES, para lo que ES.” (XXX, 22 a
25’’)
Conocimiento.- “El conocimiento especulativo es, respecto al saber
posesivo, lo que una pata de palo es a un miembro sano.” (VIII, 35’)
“Todo conocimiento no experimentado es nulo porque no tiene
efecto.” (IX, 10)
“Pocos hombres han sido favorecidos aquí abajo con el conocimiento posesivo,
pues pocos santos de entre los mejores son capaces de adquirir el poder divino
sin perjuicio para ellos mismos ni para los demás. / Estar poseído por Dios es
ser santo. Poseer a Dios es ser sabio. Pero penetrar a Dios es ser insensato.”
(XI, 69-69’)
Salvación.- “Los que nos predican el cielo y
se entierran en las pequeñeces de este mundo son hipócritas que siembran el
odio hacia Dios en el corazón de los humanos exiliados, en vez de hacer
florecer en él su amor santo y perfecto. / La salvación de Dios no es, como
algunos lo enseñan, una eventualidad remota y vaga. Es una realidad inmediata y
palpable para el que la alcanza aquí abajo. He aquí lo que todos debemos saber.
/ Nunca nos avergoncemos de abandonar una opinión limitada y vaga para adoptar
una idea más precisa y más amplia de la salvación de Dios, pues así, nos abriremos
y germinaremos en Dios, en vez de estancarnos y descomponernos en el mundo.”
(XXXIV, 78-78’-78’’)
La Piedra.- La fe, la simplicidad y la
sobriedad nos mantendrán en vida con más seguridad que la ciencia, que el
progreso y que la abundancia del mundo profano que va a la muerte sin saberlo.
¿Recibiremos el don de Dios con inteligencia? / Os damos la piedra de
coronación que acaba el edificio santo y su luz iluminará las naciones, porque
la piedra de fundación es como la piedra cumbre, y la piedra cumbre es como la
piedra de fundación en la unidad del Uno. / Los sabios y los inteligentes
niegan la evidencia del milagro de Dios, y los creyentes orgullosos lo clavan
en el tiempo, sin ver que se renueva constantemente ante sus ojos de ciegos /
¿No ha dicho el maestro: Quien caiga sobre la piedra de fundamento será
quebrado y sobre quien caiga la piedra cumbre será aplastado? ¿Es que ya no lo
oímos? / Muchos han sido quebrados a causa de la impureza de sus corazones que
les ha impedido reconocer la piedra de fundación plantada en tierra. / Muchos
serán aplastados por la piedra de la cumbre a causa de la impureza de sus ojos
que les impedirá verla caer del cielo. / La piedra de fundamento es una piedra
cúbica y la piedra cumbre es una piedra piramidal. ¿Lo sabíais? / No hemos
añadido ni hemos suprimido nada. ¿Lo veis?" (XXVI, 47 a 50’)
Dios.- “Dios es como un fuego
fijo y seco, oculto en un fuego movedizo y húmedo. Quien lo descubre posee el
dominio de la vida.” (IV, 48) “Dios es como el agua que reúne los universos y
como el fuego que los madura.” (X, 59’)
“Dios es como un tesoro soterrado que pisoteamos y como un secreto oculto en la
lluvia que cae sobre nuestras cabezas.” (V, 21’)
“Dios no es una abstracción delirante del espíritu humano… Es una realidad viva
que se ve, que se siente, que se palpa, que se saborea y que da la vida
imperecedera… Sólo lo que Dios es y sólo lo que Dios hace es verdadero… Dios no
es una hipótesis, es una nube incandescente, es una piedra translúcida, es una
realidad viva para siempre. Ninguna imagen podría darnos una idea de la belleza
viva del Único Esplendor celeste.” (XXVI, 24-27’)
Ver Libro completo
Bibliografía
(2011).
Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado o el reloj de la noche y el día de
Dios. Barcelona: Herder. ISBN:
20978-84-254-2673-5 .
(2011) Raimon Arola. El símbolo en la espiritualidad contemporánea. http://www.arsgravis.com/detall.php?id=320
(2010) Jean Rousselot, Pintura y vida, http://www.arsgravis.com/detall.php?id=307
(2006). Raimon Arola (ed.), Creer lo increíble. Lo antiguo y lo nuevo en la
historia de las religiones. Tarragona: Arolas editors. ISBN: 2084-96639-06-1 .
(2000). Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado o el reloj de la noche y el día
de Dios. Edición bilingüe francés-español. Tarragona: Arola Editors. ISBN: 2084-95134-40-3 .
(1999). Louis Cattiaux. Florilegio epistolar. Reflejos de una búsqueda
alquímica. Tarragona: Arolas editors. ISBN: 2084-95134-04-7.
(1998). Louis Cattiaux, Física y metafísica de la pintura. Obra poética. Tarragona:
Arolas editors. ISBN: 2084-95134-03-9.
(1990). AAVV. Esoterismo cristiano'. Barcelona: Obelisco. ISBN: 2084-7720-150-1.
Enlaces externos
Louis
Cattiaux. Arte y tradición hermética: http://www.louiscattiaux.es/
La
Puerta. Retorno a las fuentes tradicionales: http://www.lapuertaonline.es/biblioteca.html
El Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux: http://elmensajereencontrado.info/
Louis Cattiaux: http://www.facebook.com/pages/Louis-Cattiaux/54232931605
El Mensaje Reencontrado. Estudio
de El Mensaje Reencontrado y otros textos tradicionales: http://www.elmensajereencontrado.com/
Arsgravis. Arte y simbolismo: http://www.arsgravis.com/revind.php?id=7
El siguiente texto fue escrito en Noviembre de 1945
por el filósofo, poeta, artista, activista de la no violencia y discípulo de Mohandas K. Gandhi,
Lanza de Vasto, a quien Gandhi le impuso el sobrenombre de Shantidas, quien
trabajó en el diálogo interreligioso, la renovación espiritual, el activismo
ecológico y la no violencia.
Giuseppe Lanza del Vasto
Un bello texto, de una arrebatadora y contundente lucidez, que fue escrito para servir como prólogo y homenaje al autor de
una obra no menos extraordinaria, El Mensaje
Reencontrado, la obra
cumbre del pintor, poeta y alquimista galo, Louis Cattiaux.
Prefacio o a la primera edición de 12 libros preliminares
del Mensaje Reecontrado de Louis Cattiaux
Por Lanza de Vasto
La
conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los sabios ha tenido un éxito
perfecto. Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad. Unos y otros han
servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio
de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los sabios mediante
el secreto.
Los imbéciles no quieren que se
descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les
fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían
caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y
correrían a esconderse bajo tierra. Los charlatanes no quieren que se descubra
la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría
su vergüenza. Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra.
Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.
La primera: saben que Saber es
poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se
vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de
conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían
inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y
pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los
alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa
herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo,
en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la
intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de
hacer partícipes de ellas a los atolondrados. ¡Oh, Sabios que sabéis callar!
¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud,
¡oh, Sabios! ¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de
vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra
caridad. Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta
ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el
mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su
resultado. Sin embargo, ¡cuán peque¿ña es su ciencia, exterior, superficial,
precaria y limitada!, y ya vemos su resultado. Así, han envenenado las fuentes,
minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos,
corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la
calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de
los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.
La segunda razón de los Sabios
para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una
manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de
carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no
germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el
resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que
el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y
vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no
un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino
sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que
es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior.
En cambio, el conocimiento de
los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu.
Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehusa
exhibirse. La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su
respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real
que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la
admiración de la naturaleza y a la adoración del creador. Debe aportar la luz a
las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar
salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los
hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y
envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le
pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de
ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la
han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones.
Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han
cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza.
Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas.
Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por
el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y
los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo
posible por evitarlo.
La cuarta razón de los Sabios
para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor,
es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino
revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado
con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados;
pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la
música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el
encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las
analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con
el sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y
con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los
astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas,
de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del
hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas
de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias,
lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes.
Al ocultar los Sabios su saber
por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo
los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo
creyendo tanto en unos como en otros. Ahora, a medio camino entre los charlatanes
y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo
de la conjura. Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios
oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el
misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de
niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos
sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta
vez para no creer ni en unos ni en otros. Sólo creen en la ciencia de los
recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y
que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe. Ahora bien, no han
enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte,
del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca
de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la
esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos
electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo
esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca.
Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de
espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie
la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los
astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando
los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben
que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y
sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante
un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran
en seco y exclaman: ¡Aquí está! Ellos saborearán este libro. Para ellos ha sido
escrito, aunque su hermandad sea poco numerosa.
Y tú, Cattiaux, amigo mío, ¿Has
encontrado la Piedra? Sentado en la tienda donde pintas y meditas entre filtros
y frascos, ¿has encontrado el carbunclo y la violeta? Sentado entre tu mujer y
tu gato, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado el oro vivo y el elixir? ¿Has
visitado el interior de la tierra y, rectificando, encontrado la joya oculta y
la verdadera medicina? No sé ni puedo decir si la substancia de los antiguos
textos se oculta en estas páginas. Pero ¿cómo es que en ellas se encuentra su
perfume? ¿En qué huevo y en qué alambique, Cattiaux, amigo mío, has destilado
la esencia sutil que se llama el Perfume? ¿De dónde viene esta poesía que tiene
por nombre Perfume de Verdad?
Lanza del Vasto
Noviembre de 1945